Inkoherentes...

viernes, 30 de enero de 2009

Indecisión


Indecisión
(30/01/09)




Intentaba pensar un poco, simples momentos injustificados que no se volverían a repetir quizás en cuanto tiempo, tal vez jamás. No quisiera llegar a analizarlos, con cada vez que avanza el reloj queriendo retroceder y repetir la historia en un acto.
Infinitas veces traté de escapar y ocultarme entre bosques indescifrables y pantanos silenciosos; indecisivas nubes grises atormentaban el pensamiento idiota de querer regresar. Comentar lo ocurrido con nadie cuando el ruido de afuera es demasiado.
El despertador anuncia el no querer despertar, sabiendo que es tarde para vivir un nuevo día, si lo único que se quiere es estar despierto para no dejar que el tiempo se lleve lo que se sabe no volverá. Estar desconcentrado, estar donde no estoy, sentirse muerto al respirar inconsciente, estúpidamente drogado, ahogado en algo que no se ve, un sueño lleno de sombras y estupideces necesarias.
^^ Kais ^^

miércoles, 28 de enero de 2009

Cómo el “mundo verdadero” acabó convirtiéndose en una fábula

Cómo el “mundo verdadero” acabó convirtiéndose en una fábula
Friedrich Nietzsche






La psicología del orgíasmo entendido como un desbordante sentimiento de vida y de fuerza, dentro del cual el mismo dolor actúa como estimulante, me dio la clave para entender el concepto de sentimiento trágico, que ha sido malentendido tanto por Aristóteles como especialmente por nuestros pesimistas. La tragedia está tan lejos de ser una prueba del pesimismo de los helenos en el sentido de Schopenhauer, que ha de ser considerada,.antes bien, como rechazo y contra-instancia decisivos de aquél. El decir sí a la vida incluso en sus problemas más extraños y duros: la voluntad de vida, regocijándose de su propia inagotabilidad al sacrificar a su tipos más altos, - a eso fue a lo que yo llamé dionisíaco, eso fue lo que yo adiviné como puente que lleva a la psicología del poeta trágico. No para desembarazarse del espanto y la compasión, no para purificarse de un afecto peligroso mediante una vehemente descarga del mismo - así lo entendió Aristóteles -: sino para, mas allí del espanto y la compasión, ser nosotros mismos el eterno placer del devenir, - ese placer que incluye en sí también el placer del destruir... Y con esto vuelvo a tocar el sitio de que en otro tiempo partí - El nacimiento de la tragedia fue mi primera transvaloración de todos los valores: con esto vuelvo a situarme otra vez en el terreno del que brotan mí querer, mi poder - yo, el último discípulo del filósofo Dioniso, - yo, el maestro del eterno retorno...

jueves, 15 de enero de 2009

Que la gravedad me lleve donde quiera





Que la gravedad me lleve donde quiera
(15/01/09)




Estaré despierto tratando de evitar los recuerdos, las frases tardías y las que antes nunca se dijeron; simples palabras sin sentido.
Debía encontrar alguna solución, seguir la senda de terciopelo azul. No voy a ningún lado.
Estaré un poco perdido, drogado, esperando que sea bastante tarde para regresar, la gravedad me lleva a lugares ya recorridos borracho. Voy a ninguna parte, no intento encontrar algún sentido. Quisiera poder detenerme en algún punto, la historia debe continuar y necesito estar consciente, sentir la confusión, aquél dolor en el pecho que no se quita con ignorarlo y aquél pensamiento idiota que no conduce a ninguna parte; callado e intranquilo, esperando el instante perfecto para dejarlo escapar.
Comenzaré otra vez, esta vez estaré muerto, deseando que la gravedad me lleve donde quiera, sin regreso, esperando el mejor final.
ˆˆ Kais ˆˆ

viernes, 9 de enero de 2009

Así habló Zaratustra (extracto)


Así habló Zaratustra (extracto)
Friedrich Nietzsche




Pero entonces ocurrió algo que hizo callar todas las bocas y quedar fijos todos los ojos. Entretanto, en efecto, el volatinero había comenzado su tarea: había salido de una pequeña puerta y caminaba sobre la cuerda, la cual estaba tendida entre dos torres, colgando sobre el mercado y el pueblo. Mas cuando se encontraba justo en la mitad de su camino, la pequeña puerta volvió a abrirse y un compañero de oficio vestido de muchos colores, igual que un bufón, saltó fuera y marchó con rápidos pasos detrás del primero. «Sigue adelante, cojitranco, gritó su terrible voz, sigue adelante, ¡holgazán, impostor, cara de tísico! ¡Que no te haga yo cosquillas con mi talón! ¿Qué haces aquí entre torres? Dentro de la torre está tu sitio, en ella se te debería encerrar, ¡cierras el camino a uno mejor que tú!» - Y a cada palabra se le acercaba más y más: y cuando estaba ya a un solo paso detrás de él ocurrió aquella cosa horrible que hizo callar todas las bocas y quedar fijos todos los ojos: - lanzó un grito como si fuese un demonio y saltó por encima de quien le obstaculizaba el camino. Mas éste, cuando vio que su rival lo vencía, perdió la cabeza y el equilibrio; arrojó su balancín y, más rápido que éste, se precipitó hacia abajo como un remolino de brazos y de piernas. El mercado y el pueblo parecían el mar cuando la tempestad avanza: todos huyeron apartándose y atropellándose, sobre todo allí donde el cuerpo tenía que estrellarse. Zaratustra, en cambio, permaneció inmóvil, y justo a su lado cayó el cuerpo, maltrecho y quebrantado, pero no muerto todavía. Al poco tiempo el destrozado recobró la consciencia y vio a Zaratustra arrodillarse junto a él. «¿Qué haces aquí?, dijo por fin, desde hace mucho sabía yo que el diablo me echaría la zancadilla. Ahora me arrastra al infierno: ¿quieres tú impedírselo?» «Por mi honor, amigo, respondió Zaratustra, todo eso de que hablas no existe: no hay ni diablo ni infierno. Tu alma estará muerta aún más pronto que tu cuerpo: así, pues, ¡no temas ya nada!» El hombre alzó su mirada con desconfianza. «Si tú dices la verdad, añadió luego, nada pierdo perdiendo la vida. No soy mucho más que un animal al que, con golpes y escasa comida, se le ha enseñado a bailar.» «No hables así, dijo Zaratustra, tú has hecho del peligro tu profesión, en ello no hay nada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesión: por ello voy a enterrarte con mis propias manos.» Cuando Zaratustra hubo dicho esto, el moribundo ya no respondió; pero movió la mano como si buscase la mano de Zaratustra para darle las gracias.

jueves, 8 de enero de 2009

Incoherencias II


Incoherencias II
(08/01/09)




Intentaba buscar soluciones donde no había, creí estar en lugares lejanos nunca recorridos. Estaba cansado, cometería los mismos errores. Esta vez no estaba preparado.
Pensaba cosas idiotas cuando miré a través de la ventana; no esperaba ver que te aproximabas hacia mi puerta. Caminé hacia ella, pero no la abrí; esperé que te marcharas pronto. Me sentí ahogado, estaba tirado en el suelo sin hacer nada, sentía un sabor amargo sin colores que se desvanecía.
Quisiera estar despierto, volver a respirar el metano y el ácido, sentirme un poco muerto, asesinar al pasado para volver a dormir despierto, más muerto, un poco más vivo.
ˆˆ Kais ˆˆ